Podemos tolerarlo todo, que nos roben, nos peguen, nos engañen, pero lo que no soportamos es que uno de nosotros se eleve por encima, toleramos los cientos de elevados por el sistema, siempre que no nos recuerden su condición. Recetamos humildad para tender puentes entre los abismos, ese abismo que separa al antes conocido como currante, que distrae dinero de su compensación por no encontrarle un hueco activo en la sociedad que su familia ha financiado, para comprar la entrada o bajarse al bar. Ellos son yo, yo soy ellos, lo dice Nike, Adidas, la UEFA, la FIFA, ACS o los fondos de inversión Saudíes.
Por eso no soportamos que alguno de los nuestros se desmarque, diga que es mejor que los demás y que es envididado, porque eso nos devuelve a los cupones de descuento, los vencimientos de la hipoteca.
Mientras en Grecia se perpetra un robo histórico, no podemos sino sonreír porque hace tres años quebró Lehman Brothers y asustados por el brillo de la guillotina, nos prometieron que todo cambiaría para seguir igual. Y han cumplido.
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