Monday, November 14, 2011

El móvil

Buenos días, me he percatado que una vez tuve una seguidora (digo una, porque presuntamente es una mujer, aunque esto es un detalle anecdótico) es por ello, por lo que decido darle a esto un poco de vidilla, este sitio nunca ha llegado a morir del todo, así que debe seguir penando, sobreviviendo que dados los tiempos que corren, no es poco.

Ayer me dí una vuelta por la costa, por una largo brazo de tierra que se hunde en el mar, una salinera aún en uso, pero con un larguísimo paseo turístico, como siempre fuímos (mi perro también se unió al paseo) más allá de las rutas turísticas y la noche nos cayó encima, apenas encontramos gente, y en la noche, aún lejos de la playa, de las luces del pueblo marinero, apenas si se veía más de 20 metros, el viento venía fuerte y a menudo el agua intentaba saltar al otro lado del muro, hacia el mar y después quién sabe. El perro estaba encantado y sentí como ese tipo que va buscando el bosque, el mar, el viento, la lluvia o la nieve, estaba más que complacido. Incluso se me ocurrió una frasecilla que nunca veré impresa: "En la ciudad visible ya pero aún lejana, por la noche siempre es Navidad, hasta que te traga."

Pero finalmente llegamos a la civilización, de la que no podemos irnos, porque no queremos, en el fondo no queremos en absoluto. Así que volvió el otro tipo, reclamando. Mi novia, se quedó en el Mall, entiendo perfectamente que andar cuatro horas, amenazando lluvia, no es algo que haga casi nadie, de hecho, el atestado Mall, frente a la solitaria salinera, me lo confirmó. El otro tipo estaba contento, pero pronto pasó al pánico, pues comprobó que el móvil estaba sin batería. Revelándome un poco contra esa tecnología que no hizo falta para llegar a América, para descubrir el fuego, de la que carecía Marco Polo, Einstein o el Apolo XI, decidí buscarla por mi cuenta, y aunque el Mall estaba atestado, no pude evitar tirar de manual del conspirador, y me iba colocando en las zonas donde estaban las cámaras de seguridad y los propios seguratas, lo cierto es que se controlaba bastante bien el flujo de gente, pero paradójicamente y barriendo de un plumazo mis habilidades de agente secreto, un familiar mío llego hasta mí, de frente y sonriendo ante mi incapacidad de reconocerlo, fue un grato reencuentro y como ya suponen, gracias al uso de su móvil a los tres minutos estaba con mi novia.

El móvil, ay el móvil, a él le da igual estar o no conectado, porque él es un pedazo de este mundo, nosotros pasamos pero ellos quedan y si nos vemos "out off battery", los que somos expulsados de la sociedad somos nosotros.

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