Sunday, June 06, 2010

Algo pequeñito, inmaterial vamos.


En las noticias, en la televisión, me informan sin que yo pueda evitarlo, pues tendría que extender el brazo para coger el mando, de los intentos, al parecer prolongados, por coronar al flamenco con los laureles de “Patrimonio Inmaterial de La Humanidad”, por curiosidad, unas horas después, me he puesto a mirar la página web de la UNESCO, para confirmar algo que me picoteaba la coronilla. La lista de Patrimonios inmateriales, es bastante extensa y eminentemente etnocentrista. Y para mí olvida patrimonios mucho más importantes que los fugaces y atávicos legajos de historia humana. Para mí una lista como esa, debería abrirse un poco, reconocer que el etnocentrismo bien entendido, va mucho más allá del hombre, y reside muy a menudo en aquello que no es hombre, ni producto de su acción. Estoy intentando tender un puente conceptual, para abrazar aquellas cosas que sin plantar, recogemos.

El viento sólo existe como concepto, si es percibido, si juguetea entre mis dedos, si refresca la habitación o impulsa el navío. Como fenómeno siempre estará allí, pero sólo es patrimonio de los que lo veneran, de los que llenan el pecho con su salvífica inmaterialidad.

Sea el viento, la brisa y el aire puro mi primer candidato a “Patrimonio inmaterial de la humanidad”

Una vez aceptado el viento, no cabrá el sonido del agua correr, metáfora perfecta de la vida, de lo que crece. El canto de los pájaros, el rugido del León en el atardecer Africano, el olor de la primavera… Ningún ser humano puede permitir que le roben los atardeceres, velándolos con cortinas de cemento, ni la bóveda celestial cegada por el paradigma del progreso…… Pues eso, velemos por todo aquello que estaba antes de nosotros y debe permanecer cuando dejemos de ollar toda clase de tierra.