Y quién insiste, es una involución o una revolución, ¿bastan los palos y los camellos para silenciar a un pueblo?. ¿Porque esas continuas llamadas a la calma, al civismo?, hay algo peor para un pueblo que una revolución pacífica (distingamos entre revolución y transición). Como es que las palabras del Nobel de la Paz, caen en saco roto una y otra vez. Como es que el caudillo se aferra a la silla, ¿no le han ofrecido lo suficiente para dejarla?, ¿ve la posibilidad de mantenerse?, ¿es una medida de presión para marcharse con las máximas garantías?.
Hay muchas preguntas, pero no las encontraremos ya en los periódicos o las noticias, pues la amarga verdad es que todo tiene su minuto de gloria, en las pantallas, sí, pero sólo un minuto. Egipto debe dejar de interesar, para que vuelva otra vez a ser interesante (para los que de verdad cuentan). Ahora interesa la contaminación en Madrid (donde empieza y termina el mundo) a falta de una buena nevada.
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